¿CÓMO DETECTAR DIFICULTADES ESPECÍFICAS DEL APRENDIZAJE EN MIS HIJOS/AS?

Las Dificultades Específicas del Aprendizaje (DEA) se encuentran dentro de una serie de trastornos que interfieren en la adquisición del lenguaje, lectura, escritura, cálculo matemático y razonamiento. Estos se deben a que el Sistema Nervioso Central del sujeto posee una disfunción y, por ende, puede aparecer en cualquier momento de las etapas vitales. 

Las dificultades de aprendizaje poseen comorbilidad con otros trastornos como, por ejemplo, comportamientos disruptivos, baja autoestima, ansiedad, depresión, problemas sociales e interaccionales. 

En los criterios diagnósticos se afirma que un individuo posee DEA cuando interfieren en el rendimiento académico y personal, además de encontrarse dentro de niveles inferiores al esperado en la edad cronológica y Cociente Intelectual. 

Existen tres tipos de DEA: 

  • Trastornos de escritura
  • Trastornos de lectura
  • Trastornos del cálculo

Trastorno de lectura 

El individuo posee un nivel inferior en la adquisición de la lectura conforme a su edad e inteligencia. Existe una disfunción en la codificación del lenguaje que provoca que este grupo no consiga adquirir la lectura de una forma rápida, fácil y eficaz. Esto repercutirá en su vida cotidiana, rendimiento académico y, además, supone un déficit sensorial asociado a la falta de lectura. El trastorno más común y conocido es la Dislexia. 

¿Cómo puedo detectar un trastorno de lectura en mi hijo/a? 

  • Confunde izquierda y derecha. 
  • Su escritura es deficiente. 
  • No distingue el nombre de los dedos de las manos. 
  • Desarrollo tardío del habla. 
  • Falta de madurez 
  • Dificultad para memorizar

Trastorno de la escritura

Este trastorno afecta directamente a la forma en la que en niño/a escribe, viéndose de una forma ilegible y deficiente que no corresponde a su edad cronológica y/o inteligencia. El individuo posee dificultades en la composición de textos, elaboración de oraciones subordinadas, respetar las reglas gramaticales y/u ortográficas. Estas deficiencias no pueden asociarse a un déficit neurológico. 

¿Cómo puedo diagnosticar un trastorno de escritura en mi hijo/a?

  • Mala caligrafía 
  • Dificultad para elaborar frases y/o comprenderlas 
  • Separación de letras cuando no corresponde 
  • Unión de sílabas cuando no corresponde
  • Uniformidad en el tamaño de las letras. 
  • Escribe ejerciendo una fuerza superior o inferior a la esperada. 

Trastorno del cálculo 

El trastorno del cálculo se corresponde con una dificultad asociada a la resolución de cálculos matemáticos. Se tiene un desconocimiento de los algoritmos numéricos que influyen en la forma de relacionarse con las matemáticas. Su cálculo matemático se encuentra inferior al esperado a su edad cronológica y Cociente Intelectual. Este tipo de trastornos puede tener comorbilidad con trastornos de escritura y/o lectura. El trastorno del cálculo más común es la discalculia. 

¿Cómo detectar el trastorno del cálculo en mi hijo/a? 

  • Confunde los números 
  • Invierte los números en modo espejo
  • Operan de izquierda a derecha
  • Omiten los ceros 
  • No suelen acordarse de las “llevadas” en operaciones aritméticas
  • Déficit atencional

Este tipo de DEA suponen un malestar psicológico para el individuo que lo sufre, por ello es muy importante diagnosticarlo mediante pruebas estandarizadas, entrevistas con los padres, profesores y círculo cercano. De esta manera el profesional pertinente podrá realizar una estimulación cognitiva y corrección de este comportamiento para dotar al sujeto de herramientas, técnicas y conocimiento personal necesario para paliar estas dificultades y que afecten lo menos posible a su rendimiento académico y personal. Además, los tratamientos van acompañados de orientaciones en el ámbito familiar y académico que permita a su entorno familiarizarse con el trastorno y facilitar, estimular y ayudar al individuo que lo sufre. 

En Psicologos Majadahonda enseñamos herramientas a los padres para que puedan ayudar a sus hijos en las respectivas dificultades de aprendizaje.

Autor: Patricia Ibáñez Rodrigo

El uso de videojuegos en los menores

En los últimos años el uso excesivo de los videojuegos se ha convertido en un fenómeno importante que puede causar diversas interferencias en la vida cotidiana de sus usuarios. A nuestro centro Psicologos Majadahonda nos llegan con mucha frecuencia casos relacionados con un uso excesivo de videojuegos o adolescentes con adicción a las nuevas tecnologías.

El mundo de los videojuegos se ha abierto paso en casi todas los hogares con hijos menores,causando interferencias en su educación, gestión del tiempo, vida familiar… En ocasiones los padres pueden presentar dificultdes para gestionar diversos comportamientos relacionados con este tipo de tecnología, pero bien, ¿nos hemos planteado cómo influyen a la hora de su aprendizaje?.

El uso de los videojuegos no es siempre algo negtivo, ni mucho menos, usando videojuegos correctos  y desde una práctica sana, son súper efectivos para mejorar las habilidades de los niños, ya que existen  juegos lúdicos que desde un enfoque educativo apuestan por un correcto desarrollo de sus capacidades.  Además es un entorno motivador para el pequeño, pasar del estudio tradicional de mesa, papel y boli, al  de sofá y tecnología. Esto estimula el cerebro más rápido y favorece a una mayor retención de la  información estudiada que con el método tradicional.

Por otro lado, existen juegos de razonamiento que enriquecen el trabajo de la memoria, la lógica y el  pensamiento abstracto, aprovechando esa parte lúdica y educativa. En  este sentido, los videojuegos son muy positivos siempre y cuando tengan una parte lúdica y divertida,  pudiendo aprovechar, así su contenido para mejorar el aprendizaje de los niños. No obstante los videojuegos se han convertido en una  de las principales causas de disputas en el marco familiar, separando cada vez más a los padres de sus  hijos, estableciendo barreras muy marcadas. La mayoría de videojuegos no tienen parte lúdica, y la  diversión está en el uso de armas y violencia para ganar la partida, en una etapa del desarrollo tan  importante, el uso excesivo de estos juegos puede tener consecuencias negativas para su desarrollo.

En ocasiones los niños prefieren pasar tiempo jugando que con la familia, rechazando cada vez más los  planes con los amigos, dejando de invertir ese tiempo en salir. Sobre esto tienen mucha responsabilidad  los padres, la falta de límites en el tiempo de juego o en el tipo de videojuegos que usan, puede influir en  crear pequeños ‘’adictos’’ que se frustran e irritan con facilidad cuando no les dejamos jugar.   También afectan a la comunicación que se establece entre padres e hijos, acostumbrándose  los adultos a que sus hijos no expresen sus emociones, no les den explicaciones a algo que han  preguntado e incluso creando un ambiente tenso en el día a día.

En Psicologos Majadahonda enseñamos herramientas a los padres para que puedan ayudar a sus hijos a gestionar un adecuado uso de los videojuegos, de tal forma que favorezcamos un buen desarrollo cognitivo del niño a la par que paliamos las consecuencias negativas.

Autor: Sofia Santos Barahona

¿QÚE ES EL SINDROME DEL IMPOSTOR Y CÓMO SUPERARLO?

By Psicologos Majadahonda

El síndrome del impostor, conocido también como síndrome de fraude, o fenómeno del impostor, es un problema psicológico bastante frecuente que se manifiesta como la incapacidad de una persona de considerar sus logros, objetivos o metas que va alcanzando a lo largo de su vida como propios, y resultado de su esfuerzo, inteligencia, dedicación o habilidades. Lo suelen justificar como causas externas, como pueden ser golpes de suerte, el azar o gracias a terceras personas.

En consecuencia, se trata de personas que con un alto rendimiento, y a pesar de sus éxitos, no internalizan esos logros, por lo que tienen dudas sobre sí mismos, y viven con miedo de que otros descubran que en realidad se trata de un impostor o un fraude.

Este síndrome puede ocurrir en diferentes ámbitos, tanto académico, laboral, social como familiar.

Este término, fue descrito por primera vez en 1978 por las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes. Se estima que un 70% de la población lo experimentará en algún momento a lo largo de su vida, y se ha observado que afecta tanto a mujeres como a hombres.

Las causas por las que se origina este síndrome, pueden explicarse atendiendo tanto a la experiencia como a la historia de aprendizaje del individuo. Le influirá si convive con personas que tienen una actitud despectiva y crítica con él, y también si poseen una personalidad muy perfeccionista y autoexigente.

En el síndrome del impostor, existen una serie de síntomas que causan malestar sobre todo a nivel emocional a las personas que lo padecen:

  • Baja autoestima.
  • Dificultad para aceptar elogios.
  • Creencia de que los logros obtenidos no son merecidos, y que son debidos a otras causas externas.
  • Temor a ser descubiertos como un impostor o un fraude.
  • Expectativas de fracaso y sentimientos de incapacidad ante situaciones similares que ya ha superado con éxito anteriormente.
  • Inseguridad y falta de confianza en sí mismos.
  • Desmotivación.
  • Comparación constante con los demás.

Todos estos factores pueden afectar negativamente al bienestar de la persona que los padece, pudiendo desarrollar trastornos de ansiedad, depresión, desesperanza, estrés, agotamiento, problemas en relaciones interpersonales e incluso fobia a nuevas metas, objetivos y trabajos.

A nuestra consulta, Psicologos Majadahonda, llegan con frecuencia casos de este tipo.

Para evitar todo esto, en primer lugar deberíamos conseguir que la persona comprenda y entienda las causas y el origen, que han podido provocar que se sienta así. Para ello será necesario:

  • Identificar todos los sentimientos y emociones negativas, pues cuando surjan ayudarán a romper ese ciclo de pensamientos negativos.
  • Contrastar esos pensamientos con la realidad, buscando evidencias de si son ciertos o no, y sustituir ese pensamiento por uno que sea más constructivo.
  • Analizar cuáles son sus fortalezas: hacer un listado de aquellas cosas en las que  considera que es más competente.
  • Analizar cuáles son sus logros en el día a día.

No obstante, siempre es recomendable acudir a un profesional si los síntomas se prolongan.

Autor: Paula Rodas

Cómo comunicarse de forma eficaz

By Psicologos Majadahonda

Cómo decía Aristóteles somos seres sociales, necesitamos interactuar con el entorno y con otras personas para sobrevivir. Nuestras relaciones se basan en la comunicación y como buenos seres sociales comunicamos aún sin ser conscientes de ello. Nuestra postura corporal, nuestra mirada, incluso el silencio que prologamos o que cortamos con alguna palabra dice algo a la persona con la que estamos interactuando; pero lo anterior será motivo de otro artículo.

            Nos centraremos aquí en lo que sí queremos decir utilizando el lenguaje Al interactuar con otra persona, nuestro objetivo es expresar algo que pensamos, sentimos, queremos pero no siempre llegamos a un entendimiento mutuo; por lo que nuestra frustración aumenta.

            ¿Cómo podemos mejorar esta comunicación?

            Haciendo uso de la asertividad. La asertividad es la habilidad de expresar de forma adecuada, sin agresividad ni hostilidad, nuestras emociones a otras personas.

            ¿Cómo expresar un mensaje de forma asertiva? Consejos de los mejores psicologos en majadahonda:

  1. Mensajes desde el “YO”

En una situación en la que desees expresar tu opinión ante un comportamiento que te ha molestado de otra persona, hazlo en primera persona; cambiemos ”Eres un egoísta” por  “Mañana tengo muchas cosas que hacer, estoy agotado, me gustaría que bajaras la música porque necesito dormir”

  • Ser sincero y empático

Expresa tu necesidad u opinión de forma simple y sencilla, teniendo en cuenta el ambiente y los sentimientos de la persona que tenemos frente a nosotros. A veces menos es más. Comienza con cosas que supongan para ti menor riesgo de sentirte expuesto ante otra persona, así iras cogiendo confianza en ti mismo y llegarás a expresarte de forma normalizada.

  • Cuida el tono y la postura corporal

Parecer seguro al expresar lo que pensamos, queremos o sentimos es muy importante. Habla con la suficiente claridad y tono de voz como para ser escuchado. Cuida tu expresión facial, mostrarse neutro, sonreír y mirar a los ojos, son cualidades que denotan seguridad. Si no encuentras la respuesta esperada, busca una respuesta constructiva, no te frustres.

  • No te disculpes por expresar lo que sientes

No estás obligado a justificar lo que sientes o cambiar de opinión. Validar tus sentimientos y permitirte expresarlos es el primer paso para que los demás lo hagan.

  • Aprender a decir “NO”

A veces nos sentimos en la obligación de decir que si a los planes que nos ofrecen por el hecho de agradar a los demás; al comienzo de decir no, puede que te sientas ansioso pero será liberador en un futuro próximo.

Adquirir esta habilidad hará que te conozcas mejor a ti mismo, mejorará la forma de interactuar con otras personas y de esta forma, dará calidad a tu vida.

Desde Psicologos en Majadahonda te animamos a ponerlo en práctica y que compruebes por ti mismo los beneficios de hacerlo.

Autora: Lucia Lancha

Claves para ayudar a un familiar que siente tristeza o frustración

Reconoce su valentía

Aunque pueda parecer extraño, cuando alguien nos verbaliza su tristeza, frustración o descontento, se está armando de valentía al hablar desde un lugar de vulnerabilidad. Un lugar desde el cual, sentimentalmente, se está mucho más expuesto que de costumbre. En un mundo tan abiertamente hedonista, reconocer dolor es cuanto menos un acto de sinceridad –con uno mismo y con la persona que tenemos en frente-.

Valida su emoción

Lo primero que debemos hacer cuando una persona nos manifieste tristeza y/o frustración es validar lo que está sintiendo. Aceptar una emoción es el primer paso para poder trabajar sobre ella. Primero de todo debe ser reconocida, y para ello es fundamental que a la persona de enfrente le llegue el mensaje de “puedes sentirte así y puedes compartirlo aquí conmigo”.

No intentes animarla en ese mismo momento. A menudo hacemos un uso erróneo de la lógica, entendiendo que la solución a X problema será lo contrario a este, es decir, lo contrario a X. Si aplicamos esto al terreno de las relaciones sociales caemos en la suposición de que si alguien está triste y nos lo manifiesta verbalmente, la solución se encuentra en animarle, puesto que esto es “lo contrario” a la tristeza, ¿no?

Este tipo de respuestas –aunque queda recogida su buena intención de ayuda- a menudo reafirman el problema, pues la persona no llega a sentirse comprendida sino incluso culpable por no ser capaz de experimentar en ese momento ninguna emoción de aquellas que definimos como “positivas”.

Por eso remarcamos la necesidad de validar las emociones del que las sufre, porque reflejarlas – exactamente igual que un espejo- nos ayuda a comprenderlas. Es en muchos casos en el espacio de interrelación y comprensión entre dos personas –la que sufre y la que escucha- donde se produce el alivio al malestar. No hay herramienta más poderosa que saber escuchar y hacer sentir a las personas escuchadas. 

No trates de relativizar en ese preciso instante

Vamos a olvidarnos de la mítica “hombre, piensa que hay cosas peores”. Eso es algo que conscientemente, ya sabe todo el mundo. Con un córtex tan desarrollado y un sesgo tan bestia hacia lo negativo, los seres humanos somos máquinas de plantearnos los peores escenarios posibles.

, te puede caer un piano de cola en la cabeza ahora mismo al salir de casa, te puede matar un rayo en medio del mar y morir frito, podrías no tener un trozo de comida que llevarte a la boca, o ni si quiera tener un techo bajo el que pasar la noche. Podrías caerte y quedarte sin dientes, o morir en un accidente de avión. Y eso es algo que ya sabe todo el mundo, por lo que no necesitan que lo repitamos y menos en un momento de vulnerabilidad.

Recordarle a alguien que pueden pasar cosas peores, no sólo la invalida, sino que añade una mezcla de culpa (“soy un egoísta, ¿para qué me quejo de esto?”) y de ansiedad (tiene razón, me puede pasar todo esto) que no solo son contraproducentes sino completamente innecesarias. La angustia, la frustración o el bloqueo emocional no se eliminan con el pensamiento de que «podría ser mucho peor que esto».

Ofrece tu ayuda sin invadir su espacio

Si quieres y te ves en la posición de poder ayudar, comienza ofreciéndote. Es fundamental que la persona que te ha manifestado tristeza/frustración/etc comprenda y sienta que estás ahí, y que puede recurrir a ti si lo necesita. Muchas veces, con la percepción de gente que te quiere alrededor, es suficiente.

A veces, sin embargo, pensamos que podemos hacer mucho más de lo que estamos haciendo, y desde una posición de amor pero bastante poco constructiva, ayudamos con un carácter tan protector que acabamos anulando a la persona. Por eso, trata de no asumir responsabilidades ni cuidados que no te pertenezcan, porque un paso fundamental para que la otra persona se sienta mejor es seguir reconociéndola como una persona capaz.

El pollito nunca aprendería a volar si la madre no le dejase salir del nido, ¿verdad?

Aprende a regular la expresión emocional

Debemos tener en cuenta que se puede hacer un análisis racional y ajustado de la realidad sin desestimar los sentimientos de quien lo sufre. Todos/as tenemos nuestras batallas y son igual de válidas. La expresión emocional puede regularse –con el tiempo- sin llegar a ser inhibida, haciéndole sentir a la persona en una relación de seguridad y confianza.

Estas son algunas pautas que os ofrecemos desde psicologos en majadahonda para ayudar a vuestros familiares o amigos que están sufriendo depresión, ansiedad, o cualquier tipo de sintomatología afectiva negativa.

Autora: Lucía Hernández

Ser asertivo en el trabajo

“Lo más importante que aprendí a hacer después de los 40, es a decir NO cuando es NO”. Gabriel García Márquez.

La asertividad es la capacidad para defender los propios derechos e intereses y expresar las opiniones propias, respetando a los demás pero sobre todo las necesidades de uno mismo. 

El que una interacción resulte adecuada depende de que nos sintamos respetados y valorados, y esto, empieza por sentirnos bien con nosotros mismos. La asertividad acostumbra a estar relacionada con la autoestima, es decir, con el conjunto de creencias, sentimientos y conductas que tenemos sobre nosotros mismos. Las personas no asertivas comparten una baja autoestima y una falta de seguridad en sí mismos. Por ejemplo, si una persona considera que no es válida, difícilmente se comportara con los demás de manera asertiva, al no considerar que sus opiniones merezcan ser escuchadas. 

Por este motivo resulta fundamental valorar como es nuestra autoestima para posteriormente, entrenar nuestras habilidades asertivas. En cambio, una persona que tiene una autoestima alta se comportará de manera empática, sincera, asertiva y se verá de igual a igual con los demás. No en términos de mejor o peor, propio de personas con baja autoestima. 

La asertividad forma parte de un continuo en el que encontramos la agresividad o la sumisión en los extremos. Por tanto, la asertividad sería un punto medio entre ambos. Las personas vamos fluctuando entre estos tres modelos, es decir, entre la agresividad, sumisión y asertividad, debido a que la realidad no siempre es tan estructurada y no nos comportamos de la misma forma en todas las situaciones.

El modelo agresivo incluye a aquellas personas que consideran sus derechos, opiniones, emociones e intereses como más importantes que los de los demás. Suelen hablar con un tono de voz elevado, carecen de empatía, están constantemente en alerta y se muestran muy exigentes.

En el modelo sumiso encontramos a personas que no consideran que tengan derecho a expresar sus intereses y opiniones personales. Suelen respetar más a los demás que a si mismos, hablan con un tono de voz bajo, se muestran extremadamente amables y evitan a personas conflictivas. Esto es debido a que poseen una baja autoestima pudiendo llevar a la manipulación por parte de los compañeros de trabajo, al sentirse inferior a ellos. Además, suelen presentar ansiedad laboral y desmotivación por el trabajo. 

Estos modelos pueden presentar diversas reacciones como las siguientes: el bloqueo, al desconocer el modo adecuado de actuar ante determinadas situaciones; la sobreadaptación, adaptándose constantemente al otro para evitar conflictos; ansiedad, al conocer el modo adecuado de actuar pero aparece un miedo a que la otra persona se enfade o la rechace; la agresividad, al elevar el tono de voz, amenazas, etc. Algunas de estas reacciones son más propias del modelo agresivo o sumiso.

La persona asertiva conoce sus derechos e intereses, defendiéndolos con empatía hacia los demás. Su intención es llegar a un acuerdo sin necesidad de tener que ganar o perder. Así, se concede el permiso para poder dar su opinión, decir que “no”, poner límites” y aumentar la probabilidad de conseguir sus objetivos. Además, establece unas relaciones personales más satisfactorias, a pesar de no eliminar los malentendidos.

En el trabajo se muestran amigables, no se exigen más de lo que saben que pueden conseguir, defienden su trabajo y respetan su espacio.

Cuando no somos asertivos en el ámbito laboral, nos mostramos inseguros o dominantes, pensamos que algún compañero lo hará mejor que nosotros y evitamos establecer relaciones con los demás. Frecuentemente, estas personas padecen conflictos en el trabajo y constantes discusiones con compañeros y/o jefes, especialmente aquellos que pertenecer a un modelo agresivo.

Por el contrario, los que se comportan de manera sumisa tienden a aceptar favores y funciones que no les pertenecen. Se muestran excesivamente amables  y evitan constantemente el conflicto. Así, nadie suele tenerlos en cuenta debido a que, al no manifestar sus opiniones, se muestran más inhibidos y los demás los pueden percibir como personas aburridas. Suelen ser los que siempre están dispuestos a hacer tareas que otros rechazan. 

Los principales derechos asertivos son los siguientes:

  • Derecho a ser tratado con respeto y dignidad.
  • Derecho a ser escuchado.
  • Derecho a decir “no” sin sentir culpa.
  • Derecho a cometer errores.
  • Derecho a tener éxito.
  • Derecho a juzgar mis necesidades, establecer mis prioridades y tomar mis decisiones.

Ahora es momento de preguntarte lo siguiente:

  • ¿Consideras que defiendes tus derechos ante los demás en el trabajo?, ¿y ante ti mismo?
  • ¿Qué piensas antes de enfrentarme a una situación laboral?
  • ¿Qué te dices o pasa por tu cabeza durante el transcurso de aquella situación que te perturba, por ejemplo, hablar con tu jefe?
  • ¿Qué haces en las situaciones en las que estás con compañeros?, ¿te paralizas, te quedas callado, no das tu opinión, te muestras complaciente, etc.?
  • ¿Cómo te sientes ante las situaciones temidas en el ámbito laboral? 
  • ¿Sientes que dices lo que piensas en el trabajo?
  • ¿Alguna vez has omitido alguna opinión por miedo a lo que puedan decir o pensar tus compañeros y/o jefes?
  • ¿Crees que valoran tu trabajo?
  • ¿Consideras que eres complaciente con las opiniones de tus compañeros?

Resulta fundamental que puedas identificar con qué modelo de los mencionados anteriormente te identificas más en función de la situación. De este modo, será más fácil modificar nuestro modo de comportarnos y elegir ser más asertivos. 

Por otro lado, primeramente es fundamental trabajar sobre nuestra autoestima ya que, tal y como hemos comentado, suele ir unida a la asertividad.

Para ello es necesario explorar que creencias tenemos sobre nosotros mismos y porque nos resulta difícil no ser asertivos. Por ejemplo, si tengo una creencia de “no me merezco que los demás escuchen mis necesidades” difícilmente voy a defender mis derechos. Por ello es fundamental modificar estas creencias por otras más sanas como “me merezco expresar mi opinión en la reunión”. En ocasiones esto puede resultar difícil pero con la ayuda de un terapeuta podemos alcanzar este cambio.

Comprender que los demás no son adivinos y no conocen lo que nos sucede si no lo comentamos también es un aspecto esencial sobre la asertividad. Por ejemplo, quizás nos ha molestado que un compañero utilice nuestro ordenador sin nuestro permiso, pero nosotros optamos por mostrarnos distantes emocionalmente sin expresar asertivamente nuestro enfado. Si no manifestamos de forma abierta y sincera que no nos ha gustado su comportamiento difícilmente podrá corregirlo en futuras ocasiones y seguramente, seguirá sucediendo lo mismo.

Por tanto, si nos creemos merecedores de defender nuestros derechos, será mucho más sencillo poder desarrollar habilidades asertivas. 

5 herramientas fundamentales para ser más asertivo.

  1. Disco rayado.

Es la técnica más extendida en todos los manuales de asertividad. Consiste en repetir el propio punto de vista una y otra vez sin entrar en discusiones ni provocaciones. Por ejemplo, “sí, pero es necesario hacer una reunión para hacer un seguimiento del trabajo…”. Si nuestro interlocutor no se muestra a favor de nuestra opinión, nos mostramos firmes con ella y podemos decir: “el hecho es que considero que la reunión es necesaria hacerla lo antes posible”.

  • Banco de niebla.

Esta técnica enseña a aceptar las críticas manipulativas reconociendo serenamente ante nuestros críticos la posibilidad de que haya  parte de verdad en lo que dicen, sin que por ello abdiquemos de nuestro derecho a ser nuestros  propios jueces. Por ejemplo, “comprendo lo que me comentas pero lo siento no puedo hacerlo”.

  • Autorevelación.

Consiste en compartir información personal sobre uno mismo. Por ejemplo, “el fin de semana he tenido comida familiar”.

  • Aserción negativa.

Esta herramienta está destinada a reconocer nuestros errores y faltas  (sin tener que excusarnos por ellos) mediante el  reconocimiento decidido y comprensivo de las  críticas, hostiles o constructivas, que se formulen a propósito de nuestras cualidades  negativas. Por ejemplo, “es cierto, vaya despiste, tendré más cuidado la siguiente vez”.

  • Negación asertiva.

 Se utiliza para rechazar una crítica inapropiada o injusta. Por ejemplo, “no estoy de acuerdo en lo que indicas en el informe. Para ti es de este modo pero para mí es…”

Por tanto, la asertividad nos ayuda a reducir los niveles de estrés y disfrutar más de nuestro trabajo. Además, para ser una persona asertiva hay que tener claro el mensaje que se quiere transmitir y elegir cual es nuestro objetivo antes de comunicar un mensaje. Si no lo tenemos definido adecuadamente, no vamos a comunicarnos de forma apropiada y a nuestro interlocutor no le quedará claro que es aquello que le queremos decir. Así, nos mostraremos inseguros y probablemente no logremos ser asertivos.

De este modo, confía en el valor de tu mensaje. Después siempre nos podemos preguntar si hemos conseguido lo que deseábamos o sentimos que no nos han tenido en cuenta. Todo lo comentado sobre la asertividad es fundamental que lo llevemos a cabo con empatía hacia nuestro interlocutor.

La asertividad es una habilidad que se puede aprender. Si crees que necesitas ayuda, en Psicólogos Majadahonda contamos con un equipo de psicólogos cualificados para enseñar habilidades asertivas.

Caterina Teixidó

La adolescencia y el uso de las redes sociales

El uso de las redes sociales a través de los Smartphones está creciendo exponencialmente entre los adolescentes y adultos jóvenes. Han supuesto un gran avance en las nuevas formas de comunicación de hoy en día, pero también es importante tener en cuenta las graves consecuencias que puede tener un mal uso de éstas entre los adolescentes.

Las redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram han cambiado la forma en la que interactuamos con los demás. Suponen un excelente medio de comunicación rápido y efectivo que atrae a los adolecentes y jóvenes, ya que permiten comunicarse y mantener relaciones interpersonales a nivel mundial de forma instantánea.

Los adolecentes son el grupo que más utiliza las redes sociales, ya que se encuentran en una época de grandes cambios biológicos, sociales, cognitivos y emocionales en la que la interacción con los demás y la aprobación de éstos se vuelve más importante. El hecho de ser validado por un grupo es algo esencial en la etapa de la adolescencia, y las redes sociales permiten esa validación de forma continua a través de los “me gusta” y el numero de “seguidores”. Además, se encuentran en una búsqueda continua de sensaciones y emociones nuevas y fuertes.

Las redes sociales también permiten crear un espacio dónde pueden sentirse diferentes y crear una personalidad a su gusto. La creación de una “falsa identidad” en la que se da una imagen que no corresponde con la realidad, supone que la forma en la que se muestra un adolescente en redes sociales muchas veces no es la real, sino cómo le gustaría ser para ser aceptado por el resto.

Asimismo, las redes sociales también proporcionan cierto grado de autonomía e intimidad, algo característico de la adolescencia, ya que es la etapa en la que se pasa de la dependencia a la independencia.

Por otro lado, un mal uso de redes sociales puede estar asociado a ciertas situaciones como una falta de amistades, sentimientos de insatisfacción y miedo a perderse algo. También se utilizan como un método de escape de la vida real de los jóvenes para poder mejorar su estado de ánimo. Eso puede tener graves consecuencias ya que pueden surgir sentimientos de comparación y una búsqueda constante de perfeccionismo que puede desembocar en patologías como depresión o ansiedad.

En conclusión, el uso de las redes sociales es positivo si no afecta de forma negativa al resto de actividades de la vida cotidiana. Es importante aprender a utilizarlas de forma responsable ya que facilitan la confusión entre lo intimo, lo privado y lo público. A estas edades no hay plena consciencia de las consecuencias negativas que puede tener el hecho de colgar cierto contenido, con quien lo comparten o a que información acceden.

Es muy importante que los adolescentes reciban una buena educación por parte de los adultos para aprender a utilizar de forma correcta las redes sociales.

Psicóloga: Arancha Prieto Acebal

Cuando la timidez se convierte en una dificultad.

La timidez es un rasgo de personalidad caracterizado por la tendencia a presentar un comportamiento inhibido en las interacciones sociales. En muchas personas no supone una dificultad debido a que no presentan grandes limitaciones en la vida cotidiana. No obstante, existen casos en los que la timidez puede interferir significativamente en ámbito social, personal, laboral, etc. de la persona.

Es habitual que las personas tímidas lo sean en situaciones específicas, por ejemplo, con personas desconocidas, no presentando dificultad para relacionarse con personas conocidas como la familia. Cuando la timidez se presenta en diferentes situaciones sociales habría que descartar la presencia de ansiedad social, formando parte de un continuo.

Síntomas de la timidez

Los síntomas que puede experimentar una persona que presenta timidez son los siguientes: tartamudez, temblor, sudoración, vergüenza, entre otros.

Además, puede existir un miedo a la evaluación negativa por parte de las otras personas. Entonces, la persona tiende a evitar determinadas situaciones por temor a esa evaluación negativa por parte de los demás o por el contrario, realiza algunas conductas de seguridad por temor a la misma evaluación negativa, es decir, utilizar diversas estrategias con la finalidad de sentirse seguro ante la situación temida (por ejemplo, acudir acompañado a una fiesta).

Esto hace que en ocasiones se eviten determinadas situaciones sociales. A corto plazo, aumenta su bienestar debido a que la evitación les genera alivio y tranquilidad, pero a largo plazo presentan insatisfacción y frustración, pudiendo generar un círculo vicioso, manteniendo el problema.

Hay que explorar la intensidad, frecuencia de aparición e interferencia en la vida cotidiana de la persona de todos estos síntomas, para delimitar si nos hallamos ante una persona que presenta timidez o por el contrario, ansiedad social.

La ansiedad o fobia social sería mucho más perturbadora, presentando una mayor interferencia en la vida de la persona. De hecho, la timidez no siempre supone una dificultad debido a que hay personas que no les limita notablemente en su vida personal, social, laboral, etc.

Existen diversos factores que podrían predisponer a la timidez. Entre ellos factores biológicos, psicológicos y/o sociales, estables en las personas pero que se llevan a situaciones determinadas. Por ejemplo, la presencia de creencias irracionales ante los demás, un patrón de comportamiento inhibido aprendido y la falta de habilidades sociales, podrían favorecer la timidez.

¿Cómo afrontar la timidez?

Para poder afrontar la timidez es necesario identificar y entender su origen, con la finalidad de dotar a la persona de los recursos necesarios para resolver las dificultades.

Para ello es necesario identificar los miedos que hay detrás de la timidez (por ejemplo, el miedo a la evaluación negativa por parte de los demás, miedo al rechazo, miedo a la crítica, etc.).

También, es fundamental trabajar el autoconcepto y la autoestima de la persona.
El autoconcepto consiste en la idea que cada uno tiene de sí mismo y la autoestima la evaluación positiva o negativa que hago de ello.

Las personas tímidas suelen percibirse como incompetentes en determinadas situaciones, sintiéndose inferiores a los demás e imponiéndose unas normas rígidas del modo en que tienen que actuar en determinadas situaciones.

Además, la timidez suele ser fruto de una inseguridad en la persona y de no considerarse suficientemente valioso ante determinadas personas y/o situaciones.

También, hay que dotar a la persona de habilidades sociales y recursos que quizás no ha aprendido hasta el momento. Por ejemplo, suele ser esencial enseñar técnicas asertivas para aumentar su competencia social. Todo ello con la finalidad de que la timidez no repercuta significativamente en su vida cotidiana.

En nuestro Centro de Psicología, Psicólogos Majadahonda, contamos con un equipo de expertos que proporciona una atención personalizada y adaptada para superar los problemas de timidez de manera eficaz.

Caterina Teixidó

A mi hijo superdotado le cuesta relacionarse

Cuando se habla de personas superdotadas o de altas capacidades, la mayoría piensa que son conocedores y buenos en todo lo que hacen, se les etiqueta incluso como genios. También salen comentarios como “si yo tuviera esa capacidad me iría bien en todos lados” “con ese talento es tan fácil avanzar en la vida”, pero la realidad es que la vida de las personas con superdotación o altas capacidades no tiene porqué ser color de rosa. La alta capacidad o superdotación, se estima por medio del cociente intelectual (CI). Se basa en calcular las distintas variables que miden su nivel intelectual respecto a su edad cronológica. Este cálculo, nos dará un puntaje de CI, el cual nos dará a grandes rasgos su edad mental.

Es muy típico encontrarse con padres que vienen a consulta diciendo: “mi hijo es diferente”  “no tiene muchos amigos” “se pasa el día investigando sobre cosas que no son de su edad o un poco raras” “prefiere estar estudiando a salir al parque con gente de su edad”. Hay que detenerse un momento y preguntarse, ¿Cómo es la vida de estos niños/adolescentes en el colegio? Los estudios nos dicen que los niños con altas capacidades o superdotación pueden presentar dificultades para relacionarse con sus compañeros. Estas dificultades, se pueden presentar por distintos motivos: lenguaje e intereses no aptos a su edad, falta de habilidades sociales, incomprensión por parte de las personas en su entorno y rasgos de personalidad.

            Actualmente, no existen pruebas suficientes para decir que los superdotados tienen una peor o mejor inteligencia emocional (gestión emocional en distintos niveles). Lo que nos dice la investigación es que las necesidades emocionales de los niños superdotados, suelen ser las mismas que las de un niño con un desarrollo típico. No obstante, existen tres cuestiones al respecto que varían en un niño/adolescentes superdotado: 1) sus reacciones ante ciertas situaciones, pueden ser muy intensas (más que en los niños con una inteligencia normal); 2) Su rendimiento puede que no sea óptimo, incluso siendo bajo si es que sus necesidades psicológicas son descuidadas o no atendidas; 3) debido a su inteligencia muy por encima de la media, puede encontrarse con situaciones más frustrantes para su edad, lo cual genera emociones y/o reacciones más fuertes que las de un niño no superdotado. Hay que tener en cuenta que el desarrollo emocional, es un eslabón muy importante en el desarrollo del ser humano, por lo que cualquier persona por más inteligente que sea, se le dificultará en gran medida alcanzar todo su potencial si no consigue una madurez emocional.

            Como comentábamos anteriormente, los niños/adolescentes superdotados, presentan diferencias en el lenguaje, intereses, habilidades sociales y rasgos de personalidad. Estos 4 aspectos suelen estar relacionados entre si, y en gran parte estarán mediados por el entorno que tengan estas personas. Un entorno estimulante, agradable, ajustado a su capacidad y con mucha motivación, sería un ambiente perfecto para que estos niños potencien su capacidad intelectual y se desarrollen emocionalmente acorde a su edad. Cuando un niño con altas capacidades acude a un colegio con personas normales, pueden ocurrir distintos problemas, por lo que se tendrían que trabajar aspectos emocionales, relacionales y estrategias adaptativas para que mejore su calidad de vida en el colegio y se sienta lo suficientemente motivado para perseguir sus objetivos.

Autor: Gabriel Serrano Romero

En nuestro Centro de Psicología en Majadahonda nos enfocamos mucho en ayudar a los niños/as con altas capacidades a desarrolar buenas habilidades sociales para conseguir mejorar su calidad de vida.

“Nunca estoy satisfecho con lo que hago”. ¿Cómo hacer frente al perfeccionismo?

¿Alguna vez has tenido la sensación de no estar satisfecho/a con las cosas que haces en distintas áreas de tu vida?

Quizás, cuando obtienes un ocho en un examen consideras que es insuficiente y te sientes fracasado/a.

Tal vez, te cuesta tomar decisiones por miedo a equivocarte o te marcas unos objetivos muy elevados, difíciles de alcanzar.

¿Qué es el perfeccionismo?

El perfeccionismo consiste en una creencia de tener que alcanzar un ideal de perfección en todo lo que se haga. Incluso, se tiende a asociar esos estándares elevados a la valía personal de la persona. Entonces, “yo soy en función de lo que haga o consiga en la vida”.

Las personas perfeccionistas han recibido una evaluación constante por parte de diferentes personas a lo largo de su vida. Desde pequeños se les evalúa, corrige y critica su conducta, aprendiendo a que se tiene que lograr unos estándares específicos para conseguir que los demás nos aprueben.

Ante los errores, se suelen recibir castigos y críticas con lo que los niños aprenden a que se tienen que esforzar más para evitar ese castigo. Asimismo, cuando llegan a ese ideal de perfección, se les refuerza mucho, por ejemplo, con muestras de afecto, otorgando premios o privilegios, etc. De esta manera, el niño aprende que se debe alcanzar buenos resultados porque si cometemos faltas o errores nos van a castigar.

En ocasiones, puede parecer que ser personas perfeccionistas puede ser una cualidad muy positiva debido a que vamos a obtener mejores resultados y ser más exitosos. Sin embargo, esto también hace que vivamos más angustiados y preocupados por alcanzar determinadas metas elevadas, por lo que en caso de no conseguirlas aparecerá un sentimiento de fracaso que puede generarnos ansiedad, depresión, estrés, u otras alteraciones psicológicas.

Las personas que tienden a ser perfeccionistas poseen determinadas creencias rígidas e inflexibles sobre como tienen que ser las cosas. Su inflexibilidad puede llevar a afectar a sus relaciones interpersonales y en consecuencia, afectar a sus emociones. Por ejemplo, “el trabajo no está realizado adecuadamente” podría llevar a generar un conflicto con otras personas debido a que detrás de esa afirmación existe la idea de que “el trabajo no está realizado como a mí me gustaría”.

Así, el perfeccionismo puede llevarnos a una insatisfacción permanente debido a la presencia de expectativas muy elevadas. La persona tendrá que invertir mucho esfuerzo en alcanzar esas metas tan altas que se ha marcado, con lo que fácilmente existe la posibilidad de no conseguirlas. Su esfuerzo nunca será suficiente y lo más frecuente es que su percepción de autoeficacia disminuya y con ello su autoestima.

Características frecuentes de las personas perfeccionistas:

  • Destinar mucho tiempo y esfuerzo en una labor.
  • Procrastinar de manera frecuente en diversas tareas.
  • Miedo al fracaso.
  • Dificultad para delegar en otras personas porque consideran que ellos lo harán mejor.
  • Sensación de insatisfacción constante al considerar que las cosas podrían ser mejor.
  • Sensación de improductividad con el trabajo y en otras áreas de su vida.
  • Autocritica constante.
  • Atención centrada en los resultados obtenidos.
  • Dificultad para tomar decisiones por miedo a equivocarse.

¿Qué puedo hacer ante el perfeccionismo?

En primer lugar, es fundamental darse cuenta de las áreas de la vida de una persona puede afectar el perfeccionismo para identificar las ideas, pensamientos y creencias que se posee. Para ello, es necesario identificar la presencia de exigencias absolutistas y rígidas como por ejemplo “debería de…” y/o “tendría que…”. Para poder modificarlas por otros términos más flexibles del tipo “me gustaría…” o “preferiría…”. Es esencial analizar si está resultando de utilidad mantener estas creencias o por el contrario, sería más beneficioso poder modificarlas por otras.

También, podemos empezar a dirigir nuestra atención al proceso, independientemente de los resultados obtenidos. Por ejemplo, si tengo que estudiar un examen voy a centrarme en el contenido de los temas para aprender, sin focalizarme en la nota final.

Del mismo modo, aceptar que nos podemos equivocar y cometer errores sin que sea tan catastrofista; marcarnos expectativas realistas para disminuir la insatisfacción y darnos un premio por nuestros avances; aprender que no somos en función de lo que hacemos; aumentar nuestra sensación de autoeficacia; y establecer metas alcanzables y realistas puede ayudarnos a disminuir nuestro perfeccionismo en caso de que nos cause, ansiedad, tristeza, estrés, etc.

En Psicólogos Majadahonda contamos con profesionales cualificados que pueden ayudarte a superar los problemas que frecuentemente van asociados al perfeccionismo.

Caterina Teixidó