El duelo en los supervivientes por suicidio

El suicidio es un grave problema de salud pública debido a la enorme incidencia que tiene para la población de todo el mundo. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (2014) cada año se suicidan más de 700.000 personas.

No obstante, cuando hablamos de suicidio no se tiene tan en cuenta el enorme impacto de este problema en los familiares, amigos y conocidos del suicida, es decir los llamados supervivientes por suicidio, todas estas personas para los que de alguna manera el suicidio tenga algún tipo de impacto social, físico y psicológico.

Para  estos supervivientes, el duelo se produce con una mayor intensidad  que el duelo por otra causa de muerte. Este, se caracteriza porque aparecen:

  • Sentimientos de traición y de abandono: la persona puede desarrollar ira hacia el suicida, al sentirse rechazado y abandonado por él, y no entender por qué lo ha hecho;
  • Sentimientos de culpa: el superviviente suele sentir culpa por no haber hecho nada por evitar la muerte. Pueden echarse la culpa a ellos mismos o a otros.
  • Sentimientos de vergüenza y de miedo: cuando muere alguien por suicidio se genera un gran estigma por parte de la sociedad. Esto va a provocar que por vergüenza, oculten la causa de la muerte y tengan miedo de que los critiquen o les hagan responsables de ella.
  • Pensamiento distorsionado: estos sentimientos de vergüenza, culpa, miedo, etc., hacen que el superviviente no pueda pensar con claridad. Necesita saber por qué su ser querido se ha quitado la vida e intenta pensar que no es un suicidio y esto hace que comiencen a crear historias ajenas a la realidad para así aliviar su sufrimiento.

Todos estos síntomas pueden desencadenar una serie de consecuencias como son:

  • Aislamiento social: debido a la estigmatización que hay con respecto al suicidio, ya que la sociedad suele tener actitudes negativas hacia el mismo y culpabilizadoras hacia el entorno.
  • Conductas de riesgo: como el consumo excesivo de alcohol, tabaco, psicofármacos.
  • Desesperanza asociada al miedo: hay una identificación con la persona suicida y pone en riesgo el sentimiento de seguridad personal, aumentado la ansiedad y la vulnerabilidad de los pensamientos suicidas.
  • Búsqueda prolongada de una explicación para el suicidio.
  • Confusión.
  • Falta de apoyo familiar

Por lo que, todos estos factores les hacen más vulnerables a que no sigan el desarrollo de un duelo normal y concluya en un duelo patológico o desarrollar algún trastorno como depresión mayor, trastorno de estrés postraumático (TEPT) y conductas suicidas. Para a evitar todo esto, se debería realizar  planes de prevención de suicidio.

Pero en los casos en los que no se ha podido realizar nada, hay que promocionar en estos supervivientes factores de protección que favorezca que puedan desarrollar el duelo correctamente, entre ellos se encuentra disponer de una red de apoyo, en el que se sientan escuchados y acompañado. Es importante validar sus emociones, permitiendo así expresarse libremente.  En algunos casos es recomendable acudir a grupos de personas que hayan pasado por la misma situación que ellos, o pedir ayuda a especialistas capacitados. En Psicólogos Majadahonda tratamos a muchos pacientes que han perdido  a un ser querido en estas condiciones y le dotamos de herramientas que le ayuden a conseguir la paz interior que necesitan.

Autora: Paula Rodas Pinilla

Día Mundial De La Salud Mental

¿Sabías que la mitad de las enfermedades mentales comienzan antes de los 14 años?

En la mayoría de los casos ni se detectan ni se tratan. Con respecto a la carga de morbilidad entre los adolescentes, la depresión ocupa el tercer lugar. El suicidio es la segunda causa de muerte entre los 15 y los 29 años. El uso nocivo del alcohol y de drogas ilícitas entre los adolescentes es un gran problema en muchos países y puede generar comportamientos peligrosos, como las prácticas sexuales de riesgo o la conducción temeraria. Otro problema son los trastornos alimentarios.
Afortunadamente, va en aumento el reconocimiento de lo importante que es ayudar a crear resiliencia mental, desde las edades más tempranas, para poder hacer frente a los retos que plantea el mundo actual. Cada vez son más numerosas las pruebas de que la promoción y la protección de la salud del adolescente es beneficiosa no solo para la salud a corto y a largo plazo, sino también para la economía y la sociedad, pues adultos jóvenes sanos podrán contribuir mejor a la fuerza laboral, a sus familias y comunidades, y a la sociedad en su conjunto.

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Es mucho lo que se puede hacer para ayudar a crear resiliencia mental desde edades tempranas con el fin de evitar la angustia y las enfermedades mentales entre los adolescentes y los adultos jóvenes, así como para tratar las enfermedades mentales y lograr la recuperación. La prevención comienza por conocer y entender los signos y síntomas precoces que alertan de una enfermedad mental. Los padres y los profesores pueden contribuir a crear en los niños y adolescentes aptitudes que les ayuden a hacer frente a los retos que se encontrarán cada día en casa y en la escuela. En las escuelas y otros entornos comunitarios se puede prestar apoyo psicosocial, y, por supuesto, se puede iniciar, mejorar o ampliar la capacitación de los profesionales sanitarios para que puedan detectar y tratar los trastornos mentales.
La inversión pública y la participación de los sectores social, de salud y de la educación en programas integrales, integrados y basados en evidencias para la salud mental de los jóvenes son esenciales. Esta inversión debe vincularse con programas que den a conocer a los adolescentes y a los adultos jóvenes cómo cuidar su salud mental y que ayuden a sus compañeros, padres y maestros a saber cómo prestar apoyo a sus amigos, hijos y alumnos. Este es el objetivo del Día Mundial de la Salud Mental de este año.

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