Cuando la timidez se convierte en una dificultad.

La timidez es un rasgo de personalidad caracterizado por la tendencia a presentar un comportamiento inhibido en las interacciones sociales. En muchas personas no supone una dificultad debido a que no presentan grandes limitaciones en la vida cotidiana. No obstante, existen casos en los que la timidez puede interferir significativamente en ámbito social, personal, laboral, etc. de la persona.

Es habitual que las personas tímidas lo sean en situaciones específicas, por ejemplo, con personas desconocidas, no presentando dificultad para relacionarse con personas conocidas como la familia. Cuando la timidez se presenta en diferentes situaciones sociales habría que descartar la presencia de ansiedad social, formando parte de un continuo.

Síntomas de la timidez

Los síntomas que puede experimentar una persona que presenta timidez son los siguientes: tartamudez, temblor, sudoración, vergüenza, entre otros.

Además, puede existir un miedo a la evaluación negativa por parte de las otras personas. Entonces, la persona tiende a evitar determinadas situaciones por temor a esa evaluación negativa por parte de los demás o por el contrario, realiza algunas conductas de seguridad por temor a la misma evaluación negativa, es decir, utilizar diversas estrategias con la finalidad de sentirse seguro ante la situación temida (por ejemplo, acudir acompañado a una fiesta).

Esto hace que en ocasiones se eviten determinadas situaciones sociales. A corto plazo, aumenta su bienestar debido a que la evitación les genera alivio y tranquilidad, pero a largo plazo presentan insatisfacción y frustración, pudiendo generar un círculo vicioso, manteniendo el problema.

Hay que explorar la intensidad, frecuencia de aparición e interferencia en la vida cotidiana de la persona de todos estos síntomas, para delimitar si nos hallamos ante una persona que presenta timidez o por el contrario, ansiedad social.

La ansiedad o fobia social sería mucho más perturbadora, presentando una mayor interferencia en la vida de la persona. De hecho, la timidez no siempre supone una dificultad debido a que hay personas que no les limita notablemente en su vida personal, social, laboral, etc.

Existen diversos factores que podrían predisponer a la timidez. Entre ellos factores biológicos, psicológicos y/o sociales, estables en las personas pero que se llevan a situaciones determinadas. Por ejemplo, la presencia de creencias irracionales ante los demás, un patrón de comportamiento inhibido aprendido y la falta de habilidades sociales, podrían favorecer la timidez.

¿Cómo afrontar la timidez?

Para poder afrontar la timidez es necesario identificar y entender su origen, con la finalidad de dotar a la persona de los recursos necesarios para resolver las dificultades.

Para ello es necesario identificar los miedos que hay detrás de la timidez (por ejemplo, el miedo a la evaluación negativa por parte de los demás, miedo al rechazo, miedo a la crítica, etc.).

También, es fundamental trabajar el autoconcepto y la autoestima de la persona.
El autoconcepto consiste en la idea que cada uno tiene de sí mismo y la autoestima la evaluación positiva o negativa que hago de ello.

Las personas tímidas suelen percibirse como incompetentes en determinadas situaciones, sintiéndose inferiores a los demás e imponiéndose unas normas rígidas del modo en que tienen que actuar en determinadas situaciones.

Además, la timidez suele ser fruto de una inseguridad en la persona y de no considerarse suficientemente valioso ante determinadas personas y/o situaciones.

También, hay que dotar a la persona de habilidades sociales y recursos que quizás no ha aprendido hasta el momento. Por ejemplo, suele ser esencial enseñar técnicas asertivas para aumentar su competencia social. Todo ello con la finalidad de que la timidez no repercuta significativamente en su vida cotidiana.

En nuestro Centro de Psicología, Psicólogos Majadahonda, contamos con un equipo de expertos que proporciona una atención personalizada y adaptada para superar los problemas de timidez de manera eficaz.

Caterina Teixidó

A mi hijo superdotado le cuesta relacionarse

Cuando se habla de personas superdotadas o de altas capacidades, la mayoría piensa que son conocedores y buenos en todo lo que hacen, se les etiqueta incluso como genios. También salen comentarios como “si yo tuviera esa capacidad me iría bien en todos lados” “con ese talento es tan fácil avanzar en la vida”, pero la realidad es que la vida de las personas con superdotación o altas capacidades no tiene porqué ser color de rosa. La alta capacidad o superdotación, se estima por medio del cociente intelectual (CI). Se basa en calcular las distintas variables que miden su nivel intelectual respecto a su edad cronológica. Este cálculo, nos dará un puntaje de CI, el cual nos dará a grandes rasgos su edad mental.

Es muy típico encontrarse con padres que vienen a consulta diciendo: “mi hijo es diferente”  “no tiene muchos amigos” “se pasa el día investigando sobre cosas que no son de su edad o un poco raras” “prefiere estar estudiando a salir al parque con gente de su edad”. Hay que detenerse un momento y preguntarse, ¿Cómo es la vida de estos niños/adolescentes en el colegio? Los estudios nos dicen que los niños con altas capacidades o superdotación pueden presentar dificultades para relacionarse con sus compañeros. Estas dificultades, se pueden presentar por distintos motivos: lenguaje e intereses no aptos a su edad, falta de habilidades sociales, incomprensión por parte de las personas en su entorno y rasgos de personalidad.

            Actualmente, no existen pruebas suficientes para decir que los superdotados tienen una peor o mejor inteligencia emocional (gestión emocional en distintos niveles). Lo que nos dice la investigación es que las necesidades emocionales de los niños superdotados, suelen ser las mismas que las de un niño con un desarrollo típico. No obstante, existen tres cuestiones al respecto que varían en un niño/adolescentes superdotado: 1) sus reacciones ante ciertas situaciones, pueden ser muy intensas (más que en los niños con una inteligencia normal); 2) Su rendimiento puede que no sea óptimo, incluso siendo bajo si es que sus necesidades psicológicas son descuidadas o no atendidas; 3) debido a su inteligencia muy por encima de la media, puede encontrarse con situaciones más frustrantes para su edad, lo cual genera emociones y/o reacciones más fuertes que las de un niño no superdotado. Hay que tener en cuenta que el desarrollo emocional, es un eslabón muy importante en el desarrollo del ser humano, por lo que cualquier persona por más inteligente que sea, se le dificultará en gran medida alcanzar todo su potencial si no consigue una madurez emocional.

            Como comentábamos anteriormente, los niños/adolescentes superdotados, presentan diferencias en el lenguaje, intereses, habilidades sociales y rasgos de personalidad. Estos 4 aspectos suelen estar relacionados entre si, y en gran parte estarán mediados por el entorno que tengan estas personas. Un entorno estimulante, agradable, ajustado a su capacidad y con mucha motivación, sería un ambiente perfecto para que estos niños potencien su capacidad intelectual y se desarrollen emocionalmente acorde a su edad. Cuando un niño con altas capacidades acude a un colegio con personas normales, pueden ocurrir distintos problemas, por lo que se tendrían que trabajar aspectos emocionales, relacionales y estrategias adaptativas para que mejore su calidad de vida en el colegio y se sienta lo suficientemente motivado para perseguir sus objetivos.

Autor: Gabriel Serrano Romero

En nuestro Centro de Psicología en Majadahonda nos enfocamos mucho en ayudar a los niños/as con altas capacidades a desarrolar buenas habilidades sociales para conseguir mejorar su calidad de vida.