Claves para ayudar a un familiar que siente tristeza o frustración

Reconoce su valentía

Aunque pueda parecer extraño, cuando alguien nos verbaliza su tristeza, frustración o descontento, se está armando de valentía al hablar desde un lugar de vulnerabilidad. Un lugar desde el cual, sentimentalmente, se está mucho más expuesto que de costumbre. En un mundo tan abiertamente hedonista, reconocer dolor es cuanto menos un acto de sinceridad –con uno mismo y con la persona que tenemos en frente-.

Valida su emoción

Lo primero que debemos hacer cuando una persona nos manifieste tristeza y/o frustración es validar lo que está sintiendo. Aceptar una emoción es el primer paso para poder trabajar sobre ella. Primero de todo debe ser reconocida, y para ello es fundamental que a la persona de enfrente le llegue el mensaje de “puedes sentirte así y puedes compartirlo aquí conmigo”.

No intentes animarla en ese mismo momento. A menudo hacemos un uso erróneo de la lógica, entendiendo que la solución a X problema será lo contrario a este, es decir, lo contrario a X. Si aplicamos esto al terreno de las relaciones sociales caemos en la suposición de que si alguien está triste y nos lo manifiesta verbalmente, la solución se encuentra en animarle, puesto que esto es “lo contrario” a la tristeza, ¿no?

Este tipo de respuestas –aunque queda recogida su buena intención de ayuda- a menudo reafirman el problema, pues la persona no llega a sentirse comprendida sino incluso culpable por no ser capaz de experimentar en ese momento ninguna emoción de aquellas que definimos como “positivas”.

Por eso remarcamos la necesidad de validar las emociones del que las sufre, porque reflejarlas – exactamente igual que un espejo- nos ayuda a comprenderlas. Es en muchos casos en el espacio de interrelación y comprensión entre dos personas –la que sufre y la que escucha- donde se produce el alivio al malestar. No hay herramienta más poderosa que saber escuchar y hacer sentir a las personas escuchadas. 

No trates de relativizar en ese preciso instante

Vamos a olvidarnos de la mítica “hombre, piensa que hay cosas peores”. Eso es algo que conscientemente, ya sabe todo el mundo. Con un córtex tan desarrollado y un sesgo tan bestia hacia lo negativo, los seres humanos somos máquinas de plantearnos los peores escenarios posibles.

, te puede caer un piano de cola en la cabeza ahora mismo al salir de casa, te puede matar un rayo en medio del mar y morir frito, podrías no tener un trozo de comida que llevarte a la boca, o ni si quiera tener un techo bajo el que pasar la noche. Podrías caerte y quedarte sin dientes, o morir en un accidente de avión. Y eso es algo que ya sabe todo el mundo, por lo que no necesitan que lo repitamos y menos en un momento de vulnerabilidad.

Recordarle a alguien que pueden pasar cosas peores, no sólo la invalida, sino que añade una mezcla de culpa (“soy un egoísta, ¿para qué me quejo de esto?”) y de ansiedad (tiene razón, me puede pasar todo esto) que no solo son contraproducentes sino completamente innecesarias. La angustia, la frustración o el bloqueo emocional no se eliminan con el pensamiento de que «podría ser mucho peor que esto».

Ofrece tu ayuda sin invadir su espacio

Si quieres y te ves en la posición de poder ayudar, comienza ofreciéndote. Es fundamental que la persona que te ha manifestado tristeza/frustración/etc comprenda y sienta que estás ahí, y que puede recurrir a ti si lo necesita. Muchas veces, con la percepción de gente que te quiere alrededor, es suficiente.

A veces, sin embargo, pensamos que podemos hacer mucho más de lo que estamos haciendo, y desde una posición de amor pero bastante poco constructiva, ayudamos con un carácter tan protector que acabamos anulando a la persona. Por eso, trata de no asumir responsabilidades ni cuidados que no te pertenezcan, porque un paso fundamental para que la otra persona se sienta mejor es seguir reconociéndola como una persona capaz.

El pollito nunca aprendería a volar si la madre no le dejase salir del nido, ¿verdad?

Aprende a regular la expresión emocional

Debemos tener en cuenta que se puede hacer un análisis racional y ajustado de la realidad sin desestimar los sentimientos de quien lo sufre. Todos/as tenemos nuestras batallas y son igual de válidas. La expresión emocional puede regularse –con el tiempo- sin llegar a ser inhibida, haciéndole sentir a la persona en una relación de seguridad y confianza.

Estas son algunas pautas que os ofrecemos desde psicologos en majadahonda para ayudar a vuestros familiares o amigos que están sufriendo depresión, ansiedad, o cualquier tipo de sintomatología afectiva negativa.

Autora: Lucía Hernández

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