Todos sabemos que el cuerpo ideal no ha sido nunca algo fijo ni universal. A lo largo de la historia, este se ha ido moldeando en función a lo que se considera atractivo según la cultura, las creencias, los problemas sociales…
Lo único que sí ha sido una constante en este mundo de la belleza, es esa presión por encajar en el modelo del momento. Especialmente sobre el cuerpo femenino, muchas veces cueste lo que cueste, incluso si nos cuesta la salud.
Esta presión constante se intensifica en determinados momentos del año. Después de las vacaciones especialmente, ya pueden ser principios de año o principios de curso parece que comenzar etapas o volver a la rutina implica la necesidad de comenzar una dieta post vacacional.
La trampa de las dietas milagro tras el verano
Especialmente ahora, nos vemos bombardeados por “la dieta de moda”, “el mejor zumo détox” o “entrenamientos para recuperar la figura”. Muchos de estos con expectativas poco realistas y que promueven en la mayoría conductas poco saludables.
Después de las vacaciones, muchas mujeres sienten que tienen que “compensar” los excesos de comida o bebida. Pasar tiempo en la playa o la piscina viendo nuestro cuerpo aumenta la autocrítica, y con septiembre llegan otra vez los famosos propósitos de“empezar de cero”. Justo entonces es cuando aparecen por todas partes los anuncios de soluciones rápidas: dietas milagro, retos de 21 días, productos detox o entrenamientos que prometen cambios en tiempo récord.
Y esto no es casualidad. La industria de la dieta y el fitness gana millones y sabe cómo aprovechar nuestras inseguridades sobre el cuerpo. La vuelta de vacaciones se convierte en un negocio: suplementos, libros, planes online y consultas exprés se venden como la fórmula para conseguir el “cuerpo perfecto”
Riesgo de la dieta post vacacional
El problema de estas dietas rápidas es que no suelen contar con una salud real de la persona. Se eliminan grupos alimenticios, se reducen las calorías de manera drástica y se prometen resultados casi de inmediato. Esto acaba provocando en su mayoría de veces, desequilibrios nutricionales que pueden afectar de diversas formas posibles.
Pero no solo se trata del cuerpo. A nivel psicológico, estas prácticas refuerzan la idea de que el valor de las mujeres recae en su aspecto físico y apariencia y que si este no encaja con el establecido es algo que “corregir” especialmente después de un verano de disfrute. Afectan a la autoestima, la ansiedad y pueden llevar a trastornos de conducta alimentaria.
La comparación con modelos irreales
El círculo se completa con las redes sociales, donde se multiplican las imágenes editadas que muestran cuerpos supuestamente alcanzables con esas dietas. Muchas mujeres terminan comparándose con modelos irreales y sintiendo que nunca es suficiente.
Partiendo de la base de que las dietas son insostenibles a largo plazo y suelen conllevar un efecto rebote, podríamos decir que empezar una dieta post vacacional puede ser una fuente de frustración, tristeza y malestar a la que acudimos con la idea de que “esta vez será diferente”, especialmente después de verano.
¿Qué podemos hacer?
Frente a este panorama, es fundamental cambiar la mirada. En lugar de ver la vuelta del verano como un momento para castigarse con dietas extremas o entrenamientos agotadores, nos conviene entenderlo como una oportunidad para recuperar hábitos equilibrados y sostenibles: una alimentación variada y nutritiva, actividad física que realmente nos resulte agradable, un descanso adecuado y tiempo para cuidar de nuestra salud emocional.
Estilo de vida saludable
Promover un estilo de vida saludable no se trata de buscar resultados inmediatos ni superficiales. No es cuestión de lograr un cuerpo “perfecto” en pocas semanas, sino de construir un equilibrio físico, mental y social que se mantenga a lo largo del tiempo. Implica aprender a escuchar las necesidades del propio cuerpo, respetar los ritmos individuales y disfrutar del proceso en lugar de vivir con esa culpa o presión constante.
Y, quizás lo más importante, significa asumir que la identidad femenina va mucho más allá de un número en la báscula o de la talla de vaquero. La verdadera salud y bienestar incluyen sentirse fuerte, conectada consigo misma y con los demás, y reconocer que el valor personal no depende de unos estándares estéticos.
El cuerpo como estándar imposible
El ideal de cuerpo femenino ha cambiado a lo largo de la historia, pero la presión que genera sigue siendo una constante en nuestras vidas. A día de hoy, esa presión se manifiesta con fuerza al terminar el verano, cuando muchas mujeres sienten la necesidad de someterse a dietas restrictivas, para volver a un supuesto estado “ideal”.
El problema es que la práctica de someterse a una dieta post vacacional, lejos de aportar salud, refuerzan la idea de que el cuerpo es un proyecto en constante deuda con los demás. Por eso es necesario impulsar un cambio en la mentalidad: dejar de perseguir un estándar imposible y comenzar a valorar la diversidad de cuerpos, entendiendo que la salud real va más allá de lo que se considere estético.
Solo así conseguiremos sortear la trampa de las dietas estacionales y construir una relación más sana con nuestro propio cuerpo.
Alejandra Casado
Bibliografía
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- Neumark-Sztainer, , Wall, M., Larson, N. I., Eisenberg, M. E., & Loth, K. (2006).
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