Cada inicio de curso escolar trae consigo emociones encontradas. Como psicóloga y madre, observo que la vuelta al cole genera en muchos niños y adolescentes una mezcla de nervios, inseguridad y miedo.
Para algunos, el simple hecho de dejar atrás la rutina flexible del verano ya supone un reto. Para otros, el inicio de curso puede convertirse en una fuente de ansiedad más intensa, con repercusiones en su bienestar emocional y físico.
¿Cómo se manifiesta la ansiedad en niños y adolescentes?
Desde la práctica clínica, es habitual encontrar patrones que se repiten. Con la vuelta al cole, los niños pequeños suelen presentar temor a separarse de sus padres, mientras que los adolescentes pueden experimentar inseguridad respecto a sus capacidades académicas o temor a no encajar en el grupo de iguales.
La ansiedad puede expresarse de múltiples maneras:
- Dolores de estómago o de cabeza sin causa médica aparente.
- Problemas para conciliar el sueño, despertares frecuentes o pesadillas.
- Irritabilidad, llanto habitual o enfados desproporcionados.
- Rechazo a preparar la mochila o resistencia física a entrar en el colegio.
En el plano cognitivo, suelen aparecer pensamientos automáticos como: “no voy a poder” o “nadie va a jugar conmigo”. Estas ideas refuerzan el círculo de la ansiedad y pueden alimentar sentimientos de soledad y baja autoestima.
La mirada de los padres: ¿preocupación o confianza?
Como madre, recuerdo preguntarme al inicio de cada curso: ¿cómo afrontarán la vuelta al cole?¿mis hijos se sentirán seguros?, ¿sabrán relacionarse en el patio?, ¿cómo llevarán la carga de deberes? Esta preocupación es normal y forma parte del vínculo afectivo. Sin embargo, cuando la ansiedad de los hijos despierta la nuestra, podemos caer en dinámicas de sobreprotección.
¿Cómo sé si sobreprotejo?
La sobreprotección es un estilo de crianza o vínculo en el que, con la intención de evitar el sufrimiento o el error, los padres limitan el exceso de autonomía del niño, evitando que se enfrente a retos o errores necesarios para aprender a crecer.
La sobreprotección nace del amor, pero en ocasiones refuerza los miedos de los niños y adolescentes. Resolver todos los problemas por ellos, evitar que enfrenten situaciones nuevas o transmitir excesiva preocupación puede dificultar que desarrollen recursos propios para afrontar los retos escolares.
Acompañar confiando
El reto para las familias está en aprender a acompañar. Esto significa validar lo que sienten los hijos, transmitir calma y confiar en que, con tiempo y apoyo, lograrán adaptarse. No se trata de quitarles el miedo de inmediato, sino de darles herramientas para enfrentarlo de manera gradual.
Estrategias prácticas para facilitar la adaptación escolar
Mantener rutinas claras
La organización es una gran aliada. Establecer horarios regulares de sueño, comidas y estudio aporta seguridad y previsibilidad. La rutina ayuda a los niños a anticipar lo que va a ocurrir, reduciendo la incertidumbre.
Preparar juntos el material escolar
Involucrar a los niños en la preparación de la mochila o la elección de material les da sensación de control. Se sienten partícipes de su proceso y esto disminuye la ansiedad.
Hablar de lo positivo
Es importante no centrar las conversaciones únicamente en los miedos. También se puede hablar de lo que les ilusiona, por ejemplo, reencontrarse con amigos, aprender cosas nuevas o participar en actividades extracurriculares.
Validar las emociones sin dramatizar
Frases como “entiendo que estés nervioso” o “es normal que tengas miedo el primer día” transmiten empatía. Al mismo tiempo, conviene mostrar confianza en sus capacidades: “sé que poco a poco lo vas a conseguir”. Este equilibrio entre comprensión y confianza es clave para que el niño se sienta acompañado y capaz.
La importancia de acompañar y pedir ayuda
Acompañar a nuestros hijos también significa reconocer cuándo no podemos resolver todo solos. Buscar apoyo profesional no es un signo de debilidad, sino de responsabilidad y cuidado hacia su bienestar.
En psicólogos en Majadahonda contamos con recursos y técnicas terapéuticas eficaces para trabajar la ansiedad infantil y adolescente, como la terapia cognitivo-conductual, las técnicas de relajación o el entrenamiento en habilidades sociales.
Estas herramientas, sumadas a la implicación de las familias, generan cambios significativos en el corto y medio plazo.
Cuando pedir ayuda profesional
En la mayoría de los casos, los síntomas de ansiedad relacionados con la vuelta al colegio remiten en pocos días o semanas. A medida que los niños y adolescentes se sienten más seguros en el entorno escolar, recuperan la calma.
Sin embargo, hay situaciones en las que es recomendable buscar apoyo especializado en un gabinete de psicólogos:
- Cuando la ansiedad se mantiene durante más de un mes sin mejoría.
- Si los síntomas se intensifican con el tiempo.
- Cuando interfieren de manera significativa en la vida diaria (rechazo persistente a ir al colegio, aislamiento social, bajada en el rendimiento académico).
- Si aparecen síntomas asociados como tristeza intensa, accesos de llanto, falta de energía o pérdida de interés en actividades habituales.
En estos casos, un psicólogo especializado en infancia y adolescencia puede ayudar a identificar las causas del malestar y diseñar estrategias adaptadas para cada niño y su familia. La intervención temprana es fundamental para prevenir que la ansiedad escolar se convierta en un problema crónico.
Convierte la vuelta al cole en una oportunidad de crecimiento: ayuda a tus hijos a gestionar la ansiedad y adaptarse con seguridad.
Acompañar a nuestros hijos también significa saber cuándo buscar apoyo.
Patricia Bustos Tarragato. Psicóloga Colegiada M-31562