“Lo más importante que aprendí a hacer después de los 40, es a decir NO cuando es NO”. Gabriel García Márquez.
La asertividad es la capacidad para defender los propios derechos e
intereses y expresar las opiniones propias, respetando a los demás pero sobre
todo las necesidades de uno mismo.
El que una interacción resulte adecuada depende de que nos sintamos
respetados y valorados, y esto, empieza por sentirnos bien con nosotros mismos.
La asertividad acostumbra a estar relacionada con la autoestima, es decir, con
el conjunto de creencias, sentimientos y conductas que tenemos sobre nosotros
mismos. Las personas no asertivas comparten una baja autoestima y una falta de
seguridad en sí mismos. Por ejemplo, si una persona considera que no es válida,
difícilmente se comportara con los demás de manera asertiva, al no considerar
que sus opiniones merezcan ser escuchadas.
Por este motivo resulta fundamental valorar como es nuestra autoestima para
posteriormente, entrenar nuestras habilidades asertivas. En cambio, una persona
que tiene una autoestima alta se comportará de manera empática, sincera,
asertiva y se verá de igual a igual con los demás. No en términos de mejor o
peor, propio de personas con baja autoestima.
La asertividad forma parte de un continuo en el que encontramos la
agresividad o la sumisión en los extremos. Por tanto, la asertividad sería un
punto medio entre ambos. Las personas vamos fluctuando entre estos tres
modelos, es decir, entre la agresividad, sumisión y asertividad, debido a que
la realidad no siempre es tan estructurada y no nos comportamos de la misma
forma en todas las situaciones.
El modelo agresivo incluye a aquellas personas que consideran sus derechos,
opiniones, emociones e intereses como más importantes que los de los demás.
Suelen hablar con un tono de voz elevado, carecen de empatía, están
constantemente en alerta y se muestran muy exigentes.
En el modelo sumiso encontramos a personas que no consideran que tengan
derecho a expresar sus intereses y opiniones personales. Suelen respetar más a
los demás que a si mismos, hablan con un tono de voz bajo, se muestran
extremadamente amables y evitan a personas conflictivas. Esto es debido a que
poseen una baja autoestima pudiendo llevar a la manipulación por parte de los
compañeros de trabajo, al sentirse inferior a ellos. Además, suelen presentar
ansiedad laboral y desmotivación por el trabajo.
Estos modelos pueden presentar diversas reacciones como las siguientes: el
bloqueo, al desconocer el modo adecuado de actuar ante determinadas
situaciones; la sobreadaptación, adaptándose constantemente al otro para evitar
conflictos; ansiedad, al conocer el modo adecuado de actuar pero aparece un
miedo a que la otra persona se enfade o la rechace; la agresividad, al elevar
el tono de voz, amenazas, etc. Algunas de estas reacciones
son más propias del modelo agresivo o sumiso.
La persona asertiva conoce sus derechos e intereses, defendiéndolos con empatía
hacia los demás. Su intención es llegar a un acuerdo sin necesidad de tener que
ganar o perder. Así, se concede el permiso para poder dar su opinión, decir que
“no”, poner límites” y aumentar la probabilidad de conseguir sus objetivos.
Además, establece unas relaciones personales más satisfactorias, a pesar de no
eliminar los malentendidos.
En el trabajo se muestran amigables, no se exigen más de lo que saben que
pueden conseguir, defienden su trabajo y respetan su espacio.
Cuando no somos asertivos en el ámbito laboral, nos mostramos inseguros o
dominantes, pensamos que algún compañero lo hará mejor que nosotros y evitamos
establecer relaciones con los demás. Frecuentemente, estas personas padecen
conflictos en el trabajo y constantes discusiones con compañeros y/o jefes,
especialmente aquellos que pertenecer a un modelo agresivo.
Por el contrario, los que se comportan de manera sumisa tienden a aceptar
favores y funciones que no les pertenecen. Se muestran excesivamente
amables y evitan constantemente el conflicto. Así, nadie suele tenerlos
en cuenta debido a que, al no manifestar sus opiniones, se muestran más
inhibidos y los demás los pueden percibir como personas aburridas. Suelen ser
los que siempre están dispuestos a hacer tareas que otros rechazan.
Los
principales derechos asertivos son los siguientes:
- Derecho a ser tratado con respeto y dignidad.
- Derecho a ser escuchado.
- Derecho a decir “no” sin sentir culpa.
- Derecho a cometer errores.
- Derecho a tener éxito.
- Derecho a juzgar mis necesidades, establecer mis
prioridades y tomar mis decisiones.
Ahora es momento de preguntarte lo siguiente:
- ¿Consideras que defiendes tus derechos
ante los demás en el trabajo?, ¿y ante ti mismo?
- ¿Qué piensas antes de enfrentarme a una
situación laboral?
- ¿Qué te dices o pasa por tu cabeza durante
el transcurso de aquella situación que te perturba, por ejemplo, hablar con tu
jefe?
- ¿Qué haces en las situaciones en las que
estás con compañeros?, ¿te paralizas, te quedas callado, no das tu opinión, te
muestras complaciente, etc.?
- ¿Cómo te sientes ante las situaciones
temidas en el ámbito laboral?
- ¿Sientes que dices lo que piensas en el
trabajo?
- ¿Alguna vez has omitido alguna opinión por
miedo a lo que puedan decir o pensar tus compañeros y/o jefes?
- ¿Crees que valoran tu trabajo?
- ¿Consideras que eres complaciente con las
opiniones de tus compañeros?
Resulta fundamental que puedas identificar con qué modelo de los
mencionados anteriormente te identificas más en función de la situación. De este
modo, será más fácil modificar nuestro modo de comportarnos y elegir ser más
asertivos.
Por otro
lado, primeramente es fundamental trabajar sobre
nuestra autoestima ya que, tal y como hemos comentado, suele ir unida a la
asertividad.
Para ello es necesario explorar que creencias tenemos sobre nosotros mismos
y porque nos resulta difícil no ser asertivos. Por ejemplo, si tengo una
creencia de “no me merezco que los demás escuchen mis necesidades” difícilmente
voy a defender mis derechos. Por ello es fundamental modificar estas creencias
por otras más sanas como “me merezco expresar mi opinión en la reunión”. En
ocasiones esto puede resultar difícil pero con la ayuda de un terapeuta podemos
alcanzar este cambio.
Comprender que los demás no son adivinos y no conocen lo que nos sucede si
no lo comentamos también es un aspecto esencial sobre la asertividad. Por
ejemplo, quizás nos ha molestado que un compañero utilice nuestro ordenador sin
nuestro permiso, pero nosotros optamos por mostrarnos distantes emocionalmente
sin expresar asertivamente nuestro enfado. Si no manifestamos de forma abierta
y sincera que no nos ha gustado su comportamiento difícilmente podrá corregirlo
en futuras ocasiones y seguramente, seguirá sucediendo lo mismo.
Por tanto, si nos creemos merecedores de defender nuestros derechos, será mucho
más sencillo poder desarrollar habilidades asertivas.
5 herramientas fundamentales para ser más asertivo.
- Disco rayado.
Es la
técnica más extendida en todos los manuales de asertividad. Consiste en repetir
el propio punto de vista una y otra vez sin entrar en discusiones ni
provocaciones. Por ejemplo, “sí, pero es necesario hacer una reunión para hacer
un seguimiento del trabajo…”. Si nuestro interlocutor no se muestra a favor de
nuestra opinión, nos mostramos firmes con ella y podemos decir: “el hecho es
que considero que la reunión es necesaria hacerla lo antes posible”.
Esta técnica enseña a aceptar las críticas manipulativas
reconociendo serenamente ante nuestros críticos la posibilidad de que haya parte de verdad en lo que dicen, sin que por
ello abdiquemos de nuestro derecho a ser nuestros propios jueces. Por ejemplo, “comprendo lo
que me comentas pero lo siento no puedo hacerlo”.
Consiste en compartir información personal sobre uno mismo. Por ejemplo,
“el fin de semana he tenido comida familiar”.
Esta herramienta
está destinada a reconocer nuestros errores y faltas (sin tener que excusarnos por ellos) mediante
el reconocimiento decidido y comprensivo
de las críticas, hostiles o
constructivas, que se formulen a propósito de nuestras cualidades negativas. Por ejemplo, “es cierto, vaya
despiste, tendré más cuidado la siguiente vez”.
Se utiliza para rechazar una crítica
inapropiada o injusta. Por ejemplo, “no estoy de acuerdo en lo que indicas en
el informe. Para ti es de este modo pero para mí es…”
Por tanto, la asertividad nos ayuda a reducir los niveles de estrés y
disfrutar más de nuestro trabajo. Además, para ser una persona asertiva hay que
tener claro el mensaje que se quiere transmitir y elegir cual es nuestro
objetivo antes de comunicar un mensaje. Si no lo tenemos definido
adecuadamente, no vamos a comunicarnos de forma apropiada y a nuestro
interlocutor no le quedará claro que es aquello que le queremos decir. Así,
nos mostraremos inseguros y probablemente no logremos ser asertivos.
De este modo, confía en el valor de tu mensaje. Después siempre nos podemos
preguntar si hemos conseguido lo que deseábamos o sentimos que no nos han
tenido en cuenta. Todo lo comentado sobre la asertividad es fundamental que lo
llevemos a cabo con empatía hacia nuestro interlocutor.
La asertividad es una habilidad que se puede aprender. Si crees que
necesitas ayuda, en Psicólogos Majadahonda contamos con un equipo de psicólogos
cualificados para enseñar habilidades asertivas.
Caterina Teixidó